viernes, 27 de marzo de 2009

Schereber intravenoso.


Una vez, una mujer , de aquellas que transitan su vida de la mano con la superstición, comentó que comer fresas era un llamado a la maternidad.

Una vez, un hombre, comió fresas apasionadamente frente a los ojos de Dios.
Ese hombre era yo, desdoblado desde la parte céntrica de mi espalda.

Así, Dios me hizo madre de un Universo.

Sabia mujer, tu veredicto fue mi preñez, y el Universo me pertenece alado, como a todos los seres que se saben provenientes de las ardientes estrellas.

Así fue desde un principio, así es aquí y ahora.

Así es...


Hace días que no duermo, mis ojos se cierran y abren en un paralelo donde nos encontramos todos. Converso con ustedes, y algunas veces, sus voces dicen algo que sólo esta realidad interpreta, aposteriori.

Al "despertar", sólo quedan ecos vanos de aquellas travesías, mientras mi mente inmediata se nutre de pensamientos inertes para la supervivencia terrenal.

Te he visto mirándome fijamente, intentando abrir las fauces desesperadamente cocidas, intentando profetizarme algo...

Qué, pues, estás intentando gritarme en este sordo oído?



(*Estaré enfermando, aún más, o es que sólo estoy despertando?)